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Ser tú mismo es un acto de valentía y de amor. La verdad es que vivimos en una sociedad donde parece que “debamos” de pensar, hablar y actuar de cierta manera para ser una buena persona y seguir a la masa para no destacar mucho y así evitar que se nos acuse de “bicho raro” y no ser juzgado, criticado y rechazado. Pero justo son tus diferencias y las de cada uno, la que nos hacen únicos, diferentes y especiales.
¿Por qué seguimos ocultando nuestros talentos y singularidades con el objetivo de no querer ser diferente a los demás? La mayoría de las personas no están viviendo la vida que quieren vivir adoctrinándose a conformarse con poco y cuando en realidad tienen todo el derecho y capacidad de disfrutar de la abundancia y felicidad. Dos factores decisivos para vivir en total plenitud y libertad son:
¡Los pensamientos y las acciones!
Si tu intención es tener la vida que tienen los demás, piensa como ellos y ¿cómo piensan? Mira los resultados que tienen. Los pensamientos crean nuestra realdad porque nuestro Universo es MENTAL.
Nunca es tarde para cambiar nuestro destino y dejar ya la idea de querer encajar en el mismo patrón y mucho menos dejar la vida en manos del azar como una hoja impulsada por el viento. Tú eres más importante y valioso como para dejar en manos de otros quienes manejen tu vida.
¿Cuáles son tus sueños? ¿Qué es lo que más te hace feliz en la vida? ¿Qué has deseado siempre hacer y no lo has hecho por miedo o porque no es algo que no hace el resto de personas de tu entorno?
¡Nunca hipoteques tus sueños! ¡Nunca hipoteques tu felicidad!
Hay una frase que recurro mucho porque me ayuda a darme cuenta de la realidad. Para ser tú mismo vas a tener que decepcionar a la gente. Muchas veces no somos conscientes de que nos pasamos todo el tiempo y parte del otro complaciendo a otros para sentirnos integrados.
Cada vez que decimos un SÍ sin querer decirlo, nos decimos un NO a nosotros mismos.
¿Quieres que escriba un artículo reponiendo a tu pregunta? ¡Escríbeme a mi correo y te responderé encantada de poder ayudarte!
Con amor, Patricia.